We use essential cookies to make our site work. With your consent, we may also use non-essential cookies to improve user experience, personalize content, customize advertisements, and analyze website traffic. For these reasons, we may share your site usage data with our social media, advertising, and analytics partners. By clicking ”Accept,” you agree to our website's cookie use as described in our Cookie Policy. You can change your cookie settings at any time by clicking “Preferences.”

Find a therapist
What is therapy?
Who needs therapy?
How to choose a therapist
For professionals

Login
Get Listed

TherapyRoute logo
Find a therapist
For professionals
Login
 |  Get Listed
Search by location
By anything else
Find nearby Therapists, Counsellors, Psychologists, Psychiatrists, Psychoanalysts, and Mental Health Clinics.


Login
 |  Get Listed
TherapyRoute Logo
Find a therapist
For
Professionals

Find a therapist

|

What is Therapy?

|

Who Needs Therapy?

|

How to Choose a Therapist?



Elegía Al Pensamiento Crítico


#Mind, #Writing Updated on Apr 14, 2025
A man sitting in front of a desk with a book and a pen, contemplating the concept of critical thinking and its limitations.

Maria Serra

Counselor

Barcelona, Spain

Reflexión sobre el pensamiento crítico.


El término pensamiento crítico no me es ajeno. De hecho, es un concepto que he escuchado a lo largo de mi vida. Por eso, asumí que, así como formaba parte de mi vida, también formaba parte de la vida de los demás. Y así parece ser: todo el mundo habla de pensamiento crítico, todo el mundo se enorgullece de ser el individuo que más lo utiliza. Pero, ¿es realmente así?

 

Antes de debatir nada, debemos estar de acuerdo en definir qué se entiende por pensamiento crítico. Podemos definirlo como una capacidad humana (hasta donde podemos confirmar) que nos permite analizar y evaluar información preexistente respecto a un concepto. A primera vista, podríamos pensar que está en nuestra esencia pensar de manera crítica, ¿no? Pues no. El pensamiento crítico va acompañado de una mirada objetiva, racional e intelectual que se utiliza para valorar el tópico en cuestión. No se fundamenta en un simple “yo creo” o en argumentos pobres, sino que debe estar bien estructurado.

 

Aquí está la trampa del pensamiento crítico: es una invitación para que todo el mundo participe, pero eso no implica que tu argumento tenga el mismo peso que el de los demás. Es importante tener la humildad para entender que uno está menos formado y que no puede competir con la complejidad de ciertos argumentos en los que es un neófito. Siempre pongo el mismo ejemplo: me gusta mucho la física cuántica, pero mi opinión sobre ella o cómo la aplico en mis creencias solo puede quedar reducida a ese círculo. No puedo creerme más que los físicos e ir a un congreso de física cuántica a discutir con expertos sobre el tema. Y esto, amigo mío, se aplica en todo: medicina, deporte, literatura, psicología, educación, economía, etc. Es aquí donde la famosa frase de Sócrates cobra más fuerza: “Solo sé que no sé nada”.

No hay nada más liberador que aceptar que no se es experto en muchos temas y estar dispuesto a aprender y escuchar. Puedes tener tu opinión, puedes hacer preguntas, pero también debes tener la humildad de aceptar que no sabes lo suficiente y de cambiar de opinión si descubres que no habías entendido bien algo.

Tenemos el ego tan inflado que no podemos aceptar que no lo sabemos todo. Cambiar de manera de pensar nos genera malestar psicológico. ¿O será todo un poco? Nos duele en la autoestima porque, quizás, tenemos el concepto de querernos a nosotros mismos mal concebido o no interiorizado. Quererse a uno mismo no significa ser infalible y no equivocarse nunca, sino aceptar que puedes equivocarte y que eso no implica que tengas algo malo, sino simplemente que estás equivocado.

Seguramente, muchos leemos todo esto y pensamos que no nos afecta. Pero eso simplemente demuestra nuestra falta de capacidad para ser autocríticos y reconocer en qué deberíamos vernos reflejados. Creo que lo más fácil es leer solo lo que nos conviene, sin escuchar lo otro con una mirada analítica (ojo, eso no significa que debas aceptar el argumento, solo escucharlo).

Todos corremos el riesgo de caer en esa trampa.

En verdad, lo peor de todo es que esto nos enfrenta a una realidad que, si somos conscientes de ella, es aún más preocupante: no creemos en nuestros ideales, no somos librepensadores. Muchas veces somos seguidores de personas, y caeríamos fácilmente en cultos. En nombre de “esta persona piensa como yo, dice lo que yo pienso”, podemos llegar a defender lo indefendible o negarnos a poner en tela de juicio a esa persona, hasta el punto de rechazar cualquier idea negativa sobre ella, incluso cuando eso va en contra de nuestros ideales.

 

No os preocupéis, lo justificaremos con cualquier excusa, pero el fin es siempre el mismo: nunca ser capaces de rectificar y aceptar que podemos equivocarnos, y que nuestros ideales deberían prevalecer ante todo, o al menos por encima de las personas. Podemos observar esto en nuestros propios ideales, cuantas veces defendemos a personas solo porque forman parte de los mismos colectivos que nosotros o bien, porque simpatizamos con alguna opinión que han manifestado.

 

No son pocas las veces que personajes han sido acusados de pedofilia, con pruebas fehacientes, y dependiendo de lo bien que nos caigan, inclinamos la balanza hacia un lado o hacia otro. Si nos cae bien, no dudaremos en decir que hay una maquinaria que ha orquestado esto, o que no hay pruebas suficientes, que los testigos mienten. O bien, diremos: “Mira a X (insertar nombre de otro personaje de ideología contraria con acusaciones similares)”, como si las acciones de X perdonaran las de Y, en lugar de concluir que ambos pueden ser horribles. O incluso: “No es tan grave, me da igual porque lo que dice es verdad (en relación a sus pensamientos)”. Pero si nos cae mal, lo condenaremos sin dudar, generalizando: “Todos los que lo siguen son iguales”. Justificaremos que si defiendes Z (un tema completamente distinto), entonces eres pedófilo, etc. Poca gente llega a la conclusión de: “Ostras, qué asco me da, pero debemos esperar a un juicio”. O bien: “Me gusta lo que expresa, pero esto es repugnante, y si se demuestra, me pierde como seguidor”. O incluso ser consciente de nuestras propias contradicciones, como decir: “Me cuesta creerlo porque lo admiro demasiado, aunque no tenga lógica.”. O bien: “Como me cae mal, solo puedo verlo como culpable, acepto que no pienso con claridad”.

 

Seguro, querido lector, que a ti se te ocurren más cosas que decir o situaciones, pero yo he querido simplemente plasmar una realidad. No pretendo cubrir todas las tesituras posibles.

 

Es probablemente la radicalización de las situaciones lo inevitablemente lleve a que se radicalicen los discursos y nos cueste más ponerlos en duda o parcialmente en duda, es decir, pensar de manera crítica. Lo mismo pasa con los movimientos contrarios, no nos paramos a escuchar o a desgranar los argumentos y pensar si podrían tener razón de alguna manera, si no que directamente los convertimos en un bloque y los rechazamos. Otro síntoma es cuando alguien nos critica algo o a alguien que defendemos: no analizamos la crítica, sino que respondemos saliendo por la tangente: “Pero X hizo…” (eso no tiene nada que ver con la discusión) o “Ya, pero hizo esto bien” (tampoco tiene nada que ver).

 

El último aspecto que me gustaría tocar es la emotividad.

A pesar de todo lo que he comentado hasta ahora, la mayoría de nuestras ideologías no se fundamentan únicamente en la lógica. Si bien la lógica es una herramienta valiosa y ampliamente utilizada por el ser humano, también existe la emotividad. La emoción es previa a la razón, por lo que es más rápida e intensa. Es una parte necesaria de nuestra vida: es importante escucharla y darle su espacio. Sin embargo, también es cierto que la razón puede ayudarnos a poner calma y orden en nuestras emociones.

Muchas veces, cuando debatimos, no respondemos desde la lógica, aunque creamos que sí. En realidad, respondemos desde la emoción que nos generan las ideas presentadas por la otra persona. Estas emociones pueden hacer que empatemos más con el otro o, por el contrario, que lo rechacemos con mayor vehemencia.

No pretendo hacer un ataque a las emociones. Al contrario, creo que son un pilar fundamental de la vida y que, durante gran parte de la historia de la humanidad, han sido despreciadas. Este desprecio nos ha acarreado muchos problemas que aún arrastramos hoy en día. Tampoco quiero poner la razón y la lógica por encima de las emociones, a pesar de la tradición filosófica de Occidente que tiende a hacerlo. De hecho, si bien no pretendo entrar en temas filosóficos complejos, sí que creo que las ideas de David Hume, personaje con algunas ideas muy cuestionables, pero que ponía énfasis en la idea de las emociones como motores de nuestras decisiones morales, y si lees sobre eso, no es una idea absurda ni descabellada. De hecho, defendía que la razón por si sola, no nos motiva a actuar. Una idea muy interesante que me gustaría profundizar en otro escrito.

Ahora bien, creo que ambas son herramientas útiles, pero ninguna de las dos debe dominarnos a la hora de defender una ideología. Tanto la emoción como la razón pueden cegarnos y dificultar que pensemos con claridad.

 

Con todo esto, no pretendo hacer un ataque y decir que todo el mundo lo hace mal menos yo. Yo también soy víctima de esto y caigo en las mismas trampas mentales. No soy un ser superior. Es simplemente una reflexión. Tampoco pretendo decir con esto que toda ideología es aceptable y debe ser escuchada por igual, ya hay ideologías que han sido desechadas y refutadas de manera repetida y con sensatez, no hace falta volver a repetirlo todo.

Si quieren profundizar en el tema del pensamiento crítico, les recomiendo explorar la Foundation for Critical Thinking. Es una excelente fuente para ampliar conocimientos y entender mejor cómo desarrollar esta habilidad tan necesaria en nuestra sociedad. Así mismo, hay temas que me gustaría seguir explorando, como la racionalidad y la emotividad.




A man sitting in front of a desk with a book and a pen, contemplating the concept of critical thinking and its limitations.

Maria is a qualified Counselor, based in Sarria-Sant Gervasi, Barcelona, Spain.

With a commitment to mental health, Serra provides services in Catalan, English and Spanish, including Coaching, Consultation, Philosophy and Psychology (Counselling).

Serra has expertise in Individuation, Self-Care, Self-Confidence, Self-Criticism, Self-Doubt, Self-Esteem, Self-Love and Worry.

Click here to schedule a session with Serra.












Important:

TherapyRoute does not provide medical advice. All content is for informational purposes and cannot replace consulting a healthcare professional. If you face an emergency, please contact a local emergency service. For immediate emotional support, consider contacting a local helpline.





Find a Therapist


Find skilled psychologists, psychiatrists, and counsellors near you.


CITIES

Munich Cologne Berlin
Hamburg

You may like



TherapyRoute Banner
Fresh Starts: Steps to a Mentally Healthier 2025!

TherapyRoute Banner
Pregnancy, birth and entry into parenthood in a time of crisis., by Lynne Goldschmidt

TherapyRoute Banner
The Relevance of Psychodynamic Theory and Therapy In Our Times

Find a Therapist


Find skilled psychologists, psychiatrists, and counsellors near you.


CITIES

Munich Cologne Berlin
Hamburg


You may like



Fresh Starts: Steps to a Mentally Healthier 2025!
Fresh Starts: Steps to a Mentally Healthier 2025!

Pregnancy, birth and entry into parenthood in a time of crisis.
Pregnancy, birth and entry into parenthood in a time of crisis., by Lynne Goldschmidt

The Relevance of Psychodynamic Theory and Therapy In Our Times
The Relevance of Psychodynamic Theory and Therapy In Our Times


Mental health professional? Add your practice.

Mental health professional? Add your practice.

Find mental health professionals near you
Find a therapist near you
About us
Terms and conditions
Privacy agreement
Contact us

© 2025 THERAPYROUTE PTY LTD